sábado, 7 de agosto de 2010

Obras de Wassily Kandinsky.






En azul "1925"

















El expresionismo en la pintura: Wassily Kandinsky.

Nacido en Moscú en 1866, Wassily Kandinsky cursa estudios de Derecho y Economía. Visita la exposición de los impresionistas franceses en Moscú, queda fascinado por el cuadro de Monet Almiar. Es a partir de este momento cuando se da cuenta de que el objeto no es imprescindible en la pintura. Pronto abandonará una prometedora carrera en el mundo de las leyes para dedicarse, ya a la edad de treinta años, al arte.

En 1896 se traslada a Munich, uno de los centros artísticos más importantes de Alemania, donde cursa estudios artísticos y coincide con Alexej von Jawlensky, Marianne von Werefkin, y otros artistas rusos. Allí conoce las propuestas modernistas del Jugendstil. Por otro lado Kandinsky tiene interés y preocupación por el pasado remoto, por la búsqueda de unos orígenes, de una identidad, en ocasiones adornada con motivos nacionales. La producción de los inicios de su trayectoria artística en torno al cambio de siglo está marcada por obras, por lo general óleos de pequeño tamaño, en las que abundan los motivos paisajísticos en una línea marcadamente posimpresionista.

Entre 1903-08 realiza frecuentes viajes y estancias por diversas ciudades alemanas, Viena, Venecia, Holanda, San Petersburgo, Túnez, Rapallo, París. Su obra presenta en este momento mayor interés por la luz y el color y cobra protagonismo al intensificarse la gama cromática. 1908 supone un cambio en su trayectoria que será definitivo. El sentimiento romántico de la naturaleza no desaparece, al contrario, se afirma, pero las formas en las que se expresa cambian sustancialmente.

De regreso a Murnau, un pueblo al sur de Munich, se concentra casi exclusivamente en el paisaje. En estas obras ya trata de sugerir el paisaje, en lugar de describirlo.

En 1910 redacta su más importante obra teórica De lo espiritual en el arte, que será una teoría artística basada en la posibilidad de un arte no figurativo, en la forma y el color como elementos básicos de un lenguaje que pretende crear emociones mediante esos recursos plásticos que ha puesto en juego el artista. Son los colores los que proporcionan sentido a los motivos. A partir de ese momento el motivo va desapareciendo paulatinamente de sus obras, quedando reducido a unas líneas esenciales que permiten aún identificar la escena. Una profusión de formas y manchas de colores conducen a la disolución de las formas.

En 1911 funda junto con Franz Marc el grupo Der Blaue Reiter(El Jinete azul) y publica el Almanaque del grupo, entre otras publicaciones.

La evolución de Kandinsky hacia una pintura totalmente abstracta culmina en su Composición VII pintada en 1913 y presente en esta exposición. Partiendo de temas bíblicos como el Diluvio, el Juicio Final o la Resurrección como metáforas de la renovación artística deseada, y después de más de treinta dibujos preparatorios, el resultado final se estructura como un conjunto de formas abstractas, con el objetivo de que el espectador se integre en la obra. En este mismo año publica Mirada Retrospectiva (Rückblicke).

A partir de entonces, Kandinsky ya no trata de pintar imágenes del mundo exterior sino acontecimientos de carácter espiritual. El motivo se ha transformado en una existencia interior, independiente, objetiva y puramente pictórica, donde las formas abstractas, libres de apariencias reconocibles y significados específicos, se organizan en un nuevo espacio sin significado narrativo.

En 1914, el número de óleos disminuyó y la pintura tendió a hacerse más dramática, incluso agresiva. Las improvisaciones son testimonio de un mundo caótico. Al estallar la Primera Guerra Mundial, el pintor se vio obligado a regresar a Moscú, donde estableció estrechos vínculos con artistas de la vanguardia rusa como Lissitzki, Malevich o Rodchenko. Pese a que su producción artística disminuyó en ese período, la influencia de las figuras geométricas de los suprematistas y los constructivistas se evidencia en su obra. Sin embargo, Kandinsky no formó parte de las nuevas corrientes emergentes, que subordinaban el arte al diseño industrial al servicio del proletariado, lo que le llevaría en 1922 a abandonar Rusia y trabajar en el equipo de profesores de la escuela Bauhaus de Weimar, en la que tuvo oportunidad de convertir la no objetividad en un lenguaje total, desarrollando un nuevo vocabulario geométrico lineal, que expuso en 1926 en su tratado Punto y línea sobre el plano.